Incertidumbre es una palabra que nos describe estos días de pandemia y vivir con ello es angustiante, adaptar nuestros hábitos y rutinas diarias a un cautiverio necesario ha generado un desequilibrio emocional, económico y social para todos y todas.

El desequilibrio o ruptura surge en un momento de conflicto social, los funcionalistas como Talcott Parsons y Max Weber mencionan que para que una sociedad funcione se necesita de un equilibrio, como en una sociedad mecánica con sus engranes embonando de manera armónica; sin embargo, eso es algo utópico, ya que es fundamental que existan conflictos que pongan en juego nuestro equilibro social, para restructurar y adaptar nuevas rutinas, hábitos y roles en la sociedad.

El que las libertades estén restringidas implica un gran desafío para todos. Está el caso, por ejemplo, de los activistas y movimientos sociales progresistas, aferrados a no desparecer por esta pandemia: el distanciamiento social obliga a que las formas típicas de protesta sean imposibles de llevarse a cabo, y que ahora los espacios públicos sean una amenaza.

Los movimientos sociales son el reflejo de la sociedad en la que vivimos, y suelen surgir en momentos de grandes crisis, tragedias y de fuerte represión sobre las libertades individuales y colectivas.

Se sabe que con la era del internet su uso como apoyo a los movimientos sociales es de suma importancia para viralizar las protestas y sus manifestaciones, siendo las redes sociales el buzón de quejas de muchos activistas.

Sin embargo, han surgido nuevas maneras creativas para protestar, dado nuestro cautiverio, tal es el caso de España donde varias personas se organizaron a través de redes sociales, para sacar las cacerolas a los balcones de sus hogares y golpearlas, manifestándose en contra de la monarquía y su falta de apoyo económico para combatir el Covid-19, o como las activistas feministas que sacan sus banderas en forma de apoyo a las víctimas de violencia de genero.

En el mundo, grupos de artistas callejeros y activistas realizan graffitis con consignas que comunican su inconformidad con el gobierno y las farmacéuticas, ante la contingencia.

De este modo, la reflexión de los movimientos sociales aumenta nuestra capacidad de comprender lo que está pasando a nuestro alrededor: aunque nos enfrentemos al encierro por una pandemia, afuera hay personas que continúan desde sus posiciones y posibilidades luchando por las causas económicas, sociales y políticas, que ya estaban y siempre han estado.

Los movimientos sociales y el activismo pueden explotar los espacios de innovación que se abren en momentos de incertidumbre. De la manera más dramática, la crisis demuestra que se necesita un cambio, un cambio radical que rompa con el pasado, y un cambio complejo que vaya de la política a la economía, de la sociedad a la cultura.

Podemos observar que conforme pasan los días nos estamos adaptamos a este cautiverio necesario, nos volvemos más susceptibles a nuestro entorno, nos preocupa muchas cosas, estamos reactivando nuestro sentido de supervivencia ya que ahora estamos más preocupados por cubrir las necesidades básicas, y poco a poco nos estamos desapegando de los “lujos”: valoramos más lo que tenemos y lo aprovechamos al máximo.

Retomando todo lo anterior, muchas empresas han aprovechado esa nueva reestructuración social de las necesidades para generar un marketing social, aprovechando sus giros comerciales para generar estrategias que convenzan al público objetivo de una marca a colaborar, aportando soluciones a problemas de salud, transporte, seguro, donaciones a las personas más vulnerables, descuentos, compras seguras a domicilio, etcétera, aprovechando de buena manera esta susceptibilidad del cautiverio, para convencer al consumidor que al obtener los servicios y productos no solo cubrirá sus necesidades, sino también generar empatía, bienestar y tranquilidad al consumidor.

Hay que pensar que una marca no es exitosa si no piensa en la manera de modificar los problemas de la sociedad, aportando, solidarizándose con las causas y modificando sus formatos, aunque esto implique también generar una reestructuración en los procesos habituales de la empresa, adoptando nuevas formas de innovación adaptables y requeridas para estos momentos de conflicto social. Decide mejor y libera el potencial de tu marca.

Shannon Díaz