Los adjetivos que califican posicionan.
Los adjetivos importan por su fonética y por lo que significa en nuestras redes neuronales.
Son estos los que crean las conexiones más importantes de nuestra lenguaje, los adjetivos verbales y escritos, se han vuelto hasta visuales y totalmente indispensables para nutrir nuestro imaginario diario. Ahora más que nunca es necesario volver a apreciar el valor de la palabra, su estructura, su encanto morfológico, porque las palabras funcionan de la misma manera que el efecto del Flautista de Hamelín con su música; míralo contigo: tus seguidores en gran parte están contigo por tu encanto fonético, compruébalo, voltea a tu alrededor, quiénes tienen un lazo de afecto positivo en tu percepción usan sus encantos fonéticos para significar su relación contigo, aunque unos ni siquiera pueden con la sintaxis de sus propias palabras los amamos incondicionalmente por lo que significan.
Porque el significado se construye dentro, no fuera.
Las palabras y los significados nos ayudan a navegar en el día a día cada vez que recibimos estímulos en alguno de nuestros sentidos; los estímulos se transportan en calidad de energía eléctrica al tálamo, de ahí el tálamo envía señales a nuestro sistema límbico que es el que se encarga de darles un significado emocional; es éste sistema el que no se complica, no hace dramas, sólo ofrece dos opiniones técnicas de lo que recibe: o es dolor o es placer, este simple sistema binomial humano nos define, nos prepara y nos instruye para el presente y para el futuro.
Hasta aquí con las explicaciones del funcionamiento básico de nuestro cerebro vayamos a nuestras vidas exteriores.
Cuando escuchas a alguien a quien tú consideras importante (por alguna razón objetiva o subjetiva, eso no importa) entonces le das valor a lo que dice, puede ser alguna recomendación de producto, de un restaurante o una lista de spotify o cualquier cosa que usemos para vivir nuestra cotidianidad. Estas son las experiencias que le dan autenticidad a nuestros adjetivos diarios, nuestra fonética se nutre con base en el estimulo de palabras que agregamos a nuestro conocimiento, siempre teniendo en cuenta que todo se alimenta de la convivencia.
Esto nos lleva al punto final de estas palabras, haz un ejercicio de explorar tus adjetivos, enriquécelos ya que éstos imprimen drama y posicionamiento a lo que dices, como en algún documental sucedió, Paco Ignacio Taibo al estar en la ciudad de Guanajuato ¡Maldita sea que ciudad tan hermosa!; sin duda una combinación de adjetivos que nos advierten de una experiencia única y sin temor a equivocarme digo que cualquier adjetivo más que ser un adyacente ordinario es un valor emocional extraordinario a nuestro léxico.
En una frase publicitaria, en un tagline, en un copy tus conversaciones requieren de adjetivos para significar y para ser, ambos verbos se experimentan en el interior del otro en la profundidad de la connotación y la fonética con la que se expresen, de ahí la importancia de nuestros adjetivos; nuestros porque califican en pasado, presente y futuro la realidad que vivimos.
Imagina que desde tu nacimiento existe un espacio único en tu agenda que se repite año con año y se denomina SEMANA SANTA. Esta para guardarse y reflexionar ¿no crees?.
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